El río de la conciencia

de Oliver Sacks

Ignacio Molinero Moles

10/15/20248 min read

De las primeras reflexiones que me llamaron la atención fue esta:

Según Francis Darwin, Asa Gray observó que si el libro sobre las orquídeas «hubiera aparecido antes que El origen, los teólogos naturales habrían canonizado al autor en lugar de anatemizarlo».

Muchos autores de disciplinas muy diversas han sido «anatemizados» (en el sentido más bíblico del término) y considerados herejes de la disciplina por sus opiniones poco ortodoxas. Curioso que, etimológicamente, ortodoxo signifique «de opinión correcta». Me recuerda mucho la cita de Carl Sagan que narra: «El corazón de la ciencia es un equilibrio esencial entre dos actitudes aparentemente contradictorias: una apertura a nuevas ideas, no importa cuán extrañas o contradictorias a la intuición, y el más despiadado escrutinio escéptico de todas las ideas, viejas y nuevas». Debemos siempre tener en cuenta que la existencia de gente que haga mala ciencia no quiere decir que la ciencia per se esté condenada. Solo quiere decir que, en tanto que actividad social, habrá gente que la practique mejor que otra. En este punto resulta fundamental considerar la actitud científica como criterio demarcador de ciencia, tal como hace Lee McIntyre en el libro con el mismo título.

*****

La vida en nuestro planeta se remonta a varios miles de millones de años, y nosotros encarnamos, literalmente, esta prolongada historia en nuestras estructuras, nuestros comportamientos, nuestros instintos y nuestros genes.

Esta cita me recuerda mucho al libro Compórtate de Robert Sapolsky, específicamente a los capítulos 9 y 10, llamados «de siglos a milenios antes» y «la evolución del comportamiento», respectivamente. En ellos analiza la influencia en el comportamiento de la historia y cultura de los últimos miles de años y, en mayor escala, de la evolución.

Los seres humanos conservamos, por ejemplo, los vestigios de los arcos branquiales, muy modificados, procedentes de nuestros antepasados peces, e incluso los sistemas nerviosos que antaño controlaron el movimiento de las branquias.

Esta es una huella evolutiva en la que yo, como biólogo, nunca había reparado y que me pareció exquisita.

*****

Todas las razones apuntan a que las criaturas posiblemente difieren enormemente en la duración que intuitivamente perciben y en la sutileza de los sucesos que llenan esos momentos.

La naturaleza de sus «vidas mentales» debe ser diferente a la nuestra. Y esto nos lleva a pensar que nos es imposible plantearnos cómo se siente ser un murciélago. Es decir, el carácter de nuestra vida mental es privado. Espero que, con la lectura de los comentarios realizados al libro La conciencia explicada de Daniel Dennett quede claro que esto no se sigue necesariamente y que las premisas de nuestros contendientes apelan a la imaginación del lector. Continúa Sacks con una ilustración del argumento:

Supongamos que, en el intervalo de un segundo, somos capaces de observar con claridad diez mil sucesos en lugar de apenas diez, como ahora; si nuestra vida estuviera destinada a retener el mismo número de impresiones, quizá fuera mil veces más corta. Deberíamos vivir menos de un mes, y personalmente no sabríamos nada del cambio de estaciones. Si naciéramos en invierno, creeríamos en el verano como ahora creemos en los calores de la era Carbonífera. Los movimientos de los seres orgánicos serían tan lentos para nuestros sentidos que podríamos inferirlos, pero no verlos. El sol permanecería fijo en el cielo, la luna estaría libre de cualquier cambio, etc.

En este ejercicio, como decía Dennett en La conciencia explicada, Sacks esta superando la barrera de la imaginación con más esfuerzo en lugar de decir que es una distancia insalvable.

*****

Eric Kandel, en su libro En busca de la memoria, conjetura que si Freud no hubiera abandonado la investigación básica para dedicarse a la medicina, quizá hoy sería conocido como «cofundador de la doctrina de la neurona, y no como padre del psicoanálisis».

Me pareció un comentario curioso ya que, a pesar de que he intentado leer a Freud, me ocurre casi como con la mayoría de novelas que intento, mi cabeza simplemente no puede con ello. Quizás en un futuro no muy lejano lea algún autor como Georg Northoff, aprovechando que me lo han recomendado en dos ocasiones.

*****

El papel fundamental de las sinapsis –las uniones entre neuronas donde se pueden modular los impulsos nerviosos, lo que proporciona flexibilidad a los organismos y toda una variedad de comportamientos– no quedó claro hasta finales del siglo XIX gracias al gran anatomista español Santiago Ramón y Cajal, que examinó los sistemas nerviosos de muchos vertebrados e invertebrados, y a Charles Sherrington en Inglaterra (fue Sherrington quien acuñó la palabra «sinapsis» y demostró que su función podía ser excitadora e inhibidora).

*****

Las plantas «saben» lo que hacen, y «recuerdan». Pero, al carecer de neuronas, las plantas no aprenden del mismo modo que los animales; en lugar de ello, cuentan con un vasto arsenal de diferentes sustancias químicas, y lo que Darwin denominó «mecanismos». El borrador de todo ello debe de estar codificado en el genoma de la planta, y de hecho los genomas de las plantas son a menudo más grandes que el nuestro.

La asunción de que esos mecanismos deben estar codificados en el genoma es, por una parte aventurado y por otra entendible. El poder de los desarrollos en genética molecular y su influencia en Sacks, así como en sus contemporáneos es especialmente fuerte. Sin embargo, hace bien en indicar que lo que debe estar codificado en el genoma no son los mecanismos sino los borradores de estos. La interacción con el ambiente que modifica la expresión genética ―campo que llamamos epigenética― nos enseña la importancia de considerar borradores a los genes que, ahora consideramos como unidades funcionales en relación con el ambiente y no por sí mismos. Los «genes saltarines» de Barbara McClintock serían un tema para comentar largo y tendido, por lo que simplemente los nombraré para quien desee buscar por su cuenta. No menos importante es la noción de que las plantas «sepan» lo que hacen y que «recuerden». En mi opinión, debemos tomar en cuenta la nueva evidencia proveniente de la biología y redefinir estos conceptos ya que, de mantenerlos en la misma categoría, podríamos llegar incluso a decir cosas como que el termómetro tiene creencias acerca de la temperatura de la sala (como hizo John McCarthy) o que el ordenador no comerá el caballo en la partida de ajedrez porque sabe que en el turno siguiente perdería la torre (como dijo el mismo Daniel Dennett).

*****

[…] perros de Pávlov los que formalizaron –en forma de «sensibilización» y «habituación»– lo que Darwin había observado en sus lombrices.

Me parece una buena cita que sirve como ejemplo para irnos familiarizando con la idea de que diversos animales tienen, aunque difieran en grado, diversas similitudes en la esencia del fenómeno (si se me permite un lenguaje tan soez).

*****

[Refiriéndose a Herbert Spencer Jennings] Este autor, después de haber estudiado mucho tiempo el comportamiento de este organismo, está completamente convencido de que si la Amoeba fuera un animal grande, y participara en la experiencia cotidiana de los seres humanos, su comportamiento haría que se le atribuyeran estados de placer y dolor, de hambre, deseo y cosas parecidas, basándonos precisamente en los mismos motivos que hacen que atribuyamos todos estos estados a un perro.

Me parece una brillante crítica al argumento de sentido común que se suele realizar en favor de los estados mentales de un perro por parecido, como hace John Searle con su perro Tarski, por ejemplo.

*****

«Me di cuenta de que todos los animales poseen alguna forma de vida mental que refleja la arquitectura de su sistema nervioso.»

Esta cita que dice Sacks atribuyéndosela a Eric Kandel al pensar en atribuir «cualidades mentales» a una lombriz de tierra. Dice también que «estaba empezando a pensar como un biólogo», y no le quito la razón ya que, en biología, nada se sabe si no es a la luz de la evolución, y la evolución muestra un gradiente de parecidos en diversas cualidades según la cercanía filogenética.

*****

La siguiente cita de Sacks narra la respuesta de su hermano Michael cuando él habla de un episodio que recordaba, pero no había vivido:

«Tú no lo viste. No estabas.»

Me quedé atónito ante las palabras de Michael. ¿Cómo podía cuestionarme ese recuerdo que ante un tribunal habría jurado haber tenido y del que nunca había dudado?

«¿A qué te refieres?», objeté. «Lo tengo perfectamente presente en mi imaginación, papá con la bomba, y Marcus y David con sus cubos de agua. ¿Cómo podría verlo tan claramente si no estuve allí?»

«No lo viste», repitió Michael. «En aquella época tú y yo estábamos en Braefield. Pero David [nuestro hermano mayor] nos escribió una carta contándonoslo. Una carta muy gráfica y dramática. Tú te quedaste fascinado.»

Esta reflexión da mucho de qué hablar, pero trataré de ser sucinto en dos puntos. En primer lugar, es un claro ataque a la validez del testimonio ocular, que damos por hecho como evidencia sólida ante los tribunales de justicia. En otra ocasión (cuya fuente no he conseguido recuperar) dice Sacks: «Dos personas pueden ver el mismo acontecimiento, ser completamente sinceras y relatar lo que creen que son hechos, pero sus historias pueden ser profundamente incompatibles». Aunque la cita exacta no recuerdo de donde proviene, tanto en El río de la conciencia como en Alucinaciones o en El hombre que confundió a su mujer con un sombrero habla del concepto expresado, apuntando a la falibilidad de la memoria como argumento en contra de la fiabilidad del testimonio ocular. En segundo lugar, y como recordará el lector de cuando comentamos La conciencia explicada de Dennett, el modelo orwelliano de la conciencia (o de la memoria) dice que cuando experimentamos algo, nuestros recuerdos son borrados y editados a posteriori por otros sistemas que pueden buscar, por ejemplo, mantener una narrativa interna. En este sentido, lo que comenta Sacks acerca de su recuerdo falso podría ser, como él mismo apunta más adelante en el texto, algo aterrador: una introducción de un recuerdo falso tan vívido como cualquiera de los otros.

*****

Una rana, por ejemplo, no exhibe atención activa y no sigue visualmente los sucesos. La rana no posee un mundo visual ni una conciencia visual tal como la conocemos, sino tan solo una capacidad puramente automática de reconocer un objeto en forma de insecto cuando entra en su campo visual y de reaccionar lanzándole la lengua. No examina los alrededores ni busca una presa.

Aquí encontramos una distinción categorial que hacen algunos filósofos como Ned Block entre conciencia de acceso y conciencia fenoménica. La rana no tendría conciencia fenoménica como la tenemos nosotros, pero es consciente de la posición del objeto en forma de insecto y puede utilizar esa información para calibrar su comportamiento. En realidad, su conciencia fenoménica es diferente, pero nada nos dice que no tenga conciencia fenoménica, sino solo que su experiencia no es como la nuestra. La visión de John Searle es que esta conciencia de acceso y fenoménica en realidad son una división entre centro y periferia de la conciencia. Aunque parezca que este concepto se asemeja más a la atención tratando el centro de manera continuada como la atención sostenida o cambiándolo como la atención alternante, lo que quiere decir Searle es que se produce una división en grados que producirían una conciencia única con mayor o menor accesibilidad. Esto tiene sentido cuando se piensa en el fenómeno de la visión ciega, donde personas que declaran no tener experiencia fenoménica visual, consiguen acertar un mayor porcentaje de declaraciones respecto a una línea vertical u horizontal que lo que el azar indicaría. Tienen un grado menor de acceso a la información, de hecho, es tan bajo que, sinceramente, declaran que no lo ven.

Y hasta aquí los comentarios de las citas que me parecen más interesantes de El río de la conciencia de Oliver Sacks. Lamento no indicar las páginas de las que provienen las citas, pero debido a que he leído el libro en formato EPUB, no coinciden con las páginas del libro en el formato original.