"La naturaleza ha puesto a la humanidad bajo el gobierno de dos maestros soberanos: placer y dolor. Ellos señalan lo que debemos hacer, así como determinan lo que haremos. Por un lado, el estándar del bien y del mal, por el otro, la cadena de causas y efectos, están sujetos a su trono".
―Jeremy Bentham
Bentham nos regala en sus Fundamentos de la moral y la legislación una de las citas más estéticas del utilitarismo. Situar al placer y al dolor como los maestros soberanos que gobiernan nuestra conducta antes de Darwin y Wallace ya es un hito. Con el desarrollo de la teoría de la evolución, esta meditación de la moral se asienta en un marco teórico que sitúa a los maestros soberanos de Bentham como mecanismos evolutivos que guían nuestra conducta a partir de los verdaderos maestros soberanos: la genética y el ambiente. El desarrollo detallado de la etología (en especial del campo que se denominó sociobiología), la teoría molecular y la posterior neurociencia de la volición no han hecho sino acomodar esta profunda reflexión en sus senos.